Muchas
veces nos topamos con cristianos bien intencionados que pretenden conciliar a
la ciencia con la fe, y entonces arguyen que ciertas partes de la Biblia (en
especial aquellas relacionadas al Génesis como la Creación o el Diluvio) fueron
en realidad escritas de forma simbólicas.
Esa forma
de ver las cosas es muy arbitraria. ¿Quién determina cuál parte es simbólica y
cuál no? Se puede decir que aquellas cosas que contradicen a la ciencia lo son,
pero eso no es más que una argumentación ad hoc. Dicho de otra manera, si la
ciencia dijera que el mundo se creó de la manera que dice la Biblia, entonces
nadie diría que es todo simbólico. Pero como dice otra cosa, entonces se
recurre a explicar esas contradicciones argumentando un supuesto sentido
figurado para explicar las contradicciones.
En el Nuevo
Testamento el relato del Génesis es considerado verídico. Tanto la creación (Marcos
10:6) como la caída (2 Corintios 11:3), el diluvio (Lucas 17:26--27) y otros
eventos que aparecen en aquel libro son narrados como hechos literales e
históricos.
En Hechos
17:26 se afirma que de un solo linaje proviene toda la raza humana, lo cual
coincide con la idea de una pareja antecesora de toda la humanidad. Y más aún,
la genealogía de Jesús que aparece en Lucas 3 relaciona a Jesús con Adán.
Quien crea
en el carácter sobrenatural de la Biblia e interprete que el Génesis o al menos
parte del mismo es un relato simbólico deberá explicar en que se basa para afirmar
que ciertas partes sean simbólicas. Y deberá también explicar porque los
escritores del Nuevo Testamento no los consideran símbolos sino hechos reales.
¿Acaso Dios no podía revelarles eso como parte de su inspiración?
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