Desde hace años que un viejo caballito de batalla de Greenpeace y otras organizaciones similares son los alimentos transgénicos. Como alimento transgénico entendemos a "aquellos que fueron producidos a partir de un organismo modificado genéticamente mediante ingeniería genética. Dicho de otra forma, es aquel alimento obtenido de un organismo al cual le han incorporado genes de otro para producir las características deseadas" (definición de Wikipedia).
Esta gente señala las (supuestas) consecuencias negativas de los transgénicos y despotrican en su contra hablando de multinacionales, concentración de la tierra, persecución a campesinos, etc. Todo eso es muy noble y desde este blog adhiero a esa causa. No seré yo quien defienda a Monsanto o Cargill.
Pero ese tipo de críticas al manejo empresarial no implica necesariamente criticar a la biotecnología para los alimentos. El alimento transgénico en si no es malo, siempre y cuando sea bien empleado. Por ejemplo, el famoso arroz dorado con beta-caroteno, traducido en el organismo en Vitamina A que puede ayudar a combatir la ceguera sobre todo en niños. Este producto hace años viene boicoteado por Greenpeace y su salida viene siendo postergada, a pesar de todos los estudios científicos que confirman su efectividad.
También la FAO recomienda el uso de transgénicos para combatir el hambre y la OMS también se ha manifestado a favor de este tipo de alimentos siempre y cuando hayan sido debidamente investigados. El consenso científico actual apoya el uso de transgénicos, sin por eso dejar de recomendar seguir con las investigaciones para paliar cualquier eventual riesgo.
Si puedo llegar a coincidir con el reclamo de que las empresas adviertan en los envases de sus productos si está genéticamente modificado o no. Pero es un círculo vicioso. ¿Para qué publicar eso si les hacen tan mala prensa?
Por tanto, desde este blog partidario de la investigación científica, se apoya todo progreso sobre la biotecnología en alimentos. Como se la aplique y quien la aplique es otro tema. Pero la investigación no debe detenerse. Y es necesario también informar a la población que los transgénicos no son enemigos.
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